Por María Concepción Alvarado Blanco

Participante del programa Escribamos Juntas.

Hace poco mi hermana publicó una foto mía con mis dos pequeños hijos, la foto fue tomada aproximadamente 12 años, al verme allí, no lo podía creer, mi cara denotaba cansancio, mi piel un poco más obscura a consecuencia del sol, mi cara al natural, sin un rastro de color en los labios, me dije ¿esa era yo?, antes de que me detectaran cáncer, no vivía, sólo para la casa, mis hijos y mi esposo. Ellos eran mi prioridad, mi casa relucía como un espejo y yo ¿dónde estaba?
¿Dónde había quedado cuando vestía con tacones y medias para irme a trabajar en una oficina? Me pregunté al observarme detenidamente con un poco de incredulidad y mucho desagrado, pero un día llegó el cáncer salvador y tuve que abandonar casa y familia para buscar apoyo e iniciar con mis tratamientos.
Hoy soy otra, mis hijos crecieron pues ya hace 7 años de mi enfermedad y hoy me veo y me siento diferente, me siento mejor que antes de vivir esta experiencia, la enfermedad a mí me dio vida y amor por mí misma.