Por Yanela De La Garza Santos
Participante del programa Escribamos Juntas.
Desde el momento que entré sentí una energía hermosa; todas diferentes pero unidas por una especie de lazo invisible, y no hablo necesariamente de la enfermedad, es como si viniéramos de otro lado de otro tiempo, y hubiéramos acordado volver a juntarnos. Parecía que teníamos tantas cosas que platicarnos, y tanto tiempo de no hacerlo, posiblemente para ponernos al día. ¿Cómo es posible que en un grupo de desconocidas hubiera tanto de que hablar?
Desde que ingresé al taller me sentí como en familia, muy cómoda a la hora de escribir sin temor a ser juzgada, y puedo escuchar las experiencias de las demás sin juzgar tampoco. He aprendido tantas cosas y quiero seguir aprendiendo.
Me parece increíble que se haya podido crear un grupo así, donde las participantes pudimos expresar todo aquello que teníamos dentro. Escribir en este taller, es como tener un psicólogo de planta que te guía con respuestas claras y gratas.
Esta experiencia para mí ha sido realmente invaluable, me siento muy afortunada de estar aquí, de pertenecer al grupo de escritura. Habiendo tantos grupos y tanta gente y llegar aquí, no puedo más que pensar que ya estaba escrito.